Es a partir de 1531 cuando se tiene constancia de la ubicación definitiva de Tomelloso, íntimamente relacionado con las cañadas de la Mesta.

Posada Los Portales

Cuando los cristianos consiguieron empujar a los musulmanes más al sur hasta su capitulación en 1.492, la repoblación de estas tierras se hizo más segura y surgió una notable actividad agrícola y ganadera. En el caso de Tomelloso, el hecho de que, por lo que hoy es su casco urbano, se cruzaran dos importantes rutas: la Cañada Real Soriana, utilizada por el ganado trashumante para desplazarse desde los valles de Alcudia y Los Pedroches hasta las tierras de Soria y Teruel, y el Camino Real que comunicaba Toledo con Murcia, debió ser determinante.

Cueva bodega con tinajas

Este cruce de caminos y la existencia de pozos, fundamentales en estas áridas tierras, pudo dar lugar a la construcción de posadas y ventas de las que hoy sólo queda la Posada de los Portales.

La aldea de Tomelloso se encontraba, desde sus orígenes, bajo la jurisdicción de la villa de Socuéllamos. Tras un intento fallido de obtener la independencia, 1589, ésta se consiguió en 1789 de manos de Carlos III.

Desde su consideración como villa independiente, Tomelloso conocerá un extraordinario crecimiento, más acusado aún en la segunda mitad del s. XIX, debido a una gran expansión agrícola y un gran desarrollo del comercio del vino.

Con el cultivo de la vid Tomelloso progresa de manera extraordinaria, a finales del siglo XIX y primer tercio del siglo XX. Las hectáreas de viña crecen de tal manera que se requiere una gran cantidad de mano de obra, lo que supone, por ejemplo que entre 1900 y 1930, la ciudad duplique su población y se convierta en la tercera población de la provincia.

Con ello se inicia la etapa de monocultivo de la vid y una incipiente, industrialización, basada en la fabricación de vinos y derivados (holandas, alcoholes...)