El término municipal de Socuéllamos es uno más de los quince o veinte lugares habitados desde la prehistoria que ha permanecido y quizás permanece oculto debajo de los cimientos de las nuevas casas. La más remota ocupación aparece en los alrededores de La Acequia que bordea el pueblo.

Entre los útiles encontrados están las puntas de hacha, tan toscos y grandes que podrían remontarse a una cronología más antigua (achelense).

Puente Piedra Socuellamos

En esta zona, y en la conocida como laguna “La Hoyuela”, se han encontrado hachas paleolíticas de hace 100.000 años, restos del bronce de hace 5.000, y numerosas piezas y útiles de la época íbera, romana y musulmana.

El origen de Socuéllamos encuentra su primer testimonio escrito en época de Fernando IV (siglo XIII), cuando las disputas por un pozo separan a dos pequeños aldeas, de una de los cuales se formaría el germen de la población actual; y su más importante emblema, en la Torre de Vejezate, de origen ibérico-romano, situada sobre el río Záncara, cuyo vestigio se conoce como Casa de La Torre y fue centro administrativo de relieve en la comarca.

Noria Socuellamos

La economía de Socuéllamos ha ido siempre unida al cultivo de la vid. Desde el siglo XIII, cuando el Maestre de la Orden concedía un privilegio a quienes vinieran a poblarla, poniendo casa y dos aranzadas de viñas, por el que quedaban libres de todo tributo excepto del diezmo a Dios. Esta merced fue confirmada por el Infante Don Enrique (1440) y por los Reyes Católicos en el Capítulo General de Tordesillas, así como por el Emperador Carlos V en 1527, con lo que estuvieron vigentes durante varios siglos, en una apuesta sin precedentes por la repoblación de la zona, considerándose la “carta puebla de Socuéllamos”.

Casco antiguo Socuéllamos

Esta villa, se convertiría en la tercera Encomienda de la Orden Militar de Santiago y la novena de España, haciéndose cargo de ella ilustres Comendadores, como don Antonio de Mendoza, primer Virrey de Méjico y segundo del Perú, y llegando a pertenecer posteriormente al Priorato de Uclés. Socuéllamos, dependiente del Tribunal de Cuenca, es uno de los pueblos de toda Castilla- La Mancha con mayor actividad inquisitorial, debido a la llegada de cuarenta familias moriscas a finales del s. XVI, expulsadas de Granada por la rebelión de las Alpujarras de 1568.

A mediados del s. XVI se produjo un cambio climático conocido como la Pequeña Glaciación (1550-1850), con bajada generalizada de las temperaturas y aumento de la pluviosidad. Es el momento en que se produce el famoso hundimiento de las Lagunas de Ruidera, mientras que en Socuéllamos esto supone, al estar situados al lado de un río y sobre un acuífero muy somero, el que se produzcan frecuentes inundaciones, epidemias, y años sucesivos de sequía y carestía, provocando crisis en los años 1570, 1585 y durante todo el s. XVII.

Esta situación, unida a la crisis política provocada por los frecuentes pleitos con las Villas vecinas, y el endeudamiento endémico que esto conllevó, provocó que en 1708 estuviera a punto de desaparecer, quedando a salvo por el traslado en bloque de toda la población a lugares más elevados y abandonando el antiguo emplazamiento. La recuperación fue evidente y progresiva a partir del s.XIX, llegando a igualar en población a las Villas vecinas.

Casa de los Mendoza

La guerra de la Independencia Española (1808-1814) también dejó su huella, los socuellaminos junto con los vecinos de la comarca, integraron el ejército del Centro y fueron derrotados el 13 de enero de 1809. Esto posibilitó las visitas de diversas tropas del ejército francés a Socuéllamos para proveerse de víveres y otros menesteres, en el tiempo que duró la contienda, sin desarrollarse sucesos de gran importancia.