Situada junto al Molino Infanto del siglo XVI, se encuentra otro recurso patrimonial de la localidad: la cueva-silo, un lugar que servía a los molineros para almacenar el trigo pero que, con el paso del tiempo, se convirtieron en humildes viviendas.
Esta cueva-silo, que ha sido recuperada y rehabilitada recientemente, perdió su utilidad a finales de la década de los 60 o principios de los 70 del pasado siglo y en ella se ha encontrado numerosa información de las costumbres de la época.
Su interior se divide en dos habitaciones, la más próxima a la entrada cuenta con una chimenea y la del fondo, con un pequeño pesebre.